lunes, 26 de abril de 2010

Necesito


Necesito
tu presencia, un tú inagotable y encarnado
que llena toda mi existencia,
y tu ausencia, que purifica mis encuentros
de toda fibra posesiva.
Necesito
el saber de ti que da consistencia
a mi persona y mis proyectos,
y el no saber que abre mi vida
a tu novedad y a toda diferencia.
Necesito
el día claro en el que brillan los colores
y se definen los linderos del camino,
y la noche oscura en la que se afinan
mis sentimientos y mis sentidos.
Necesito
la palabra en la que te dices y me digo
sin acabar nunca de decirnos,
y el silencio en el que descansa
mi misterio en tu misterio.
Necesito
el gozo que participa de tu alegría,
última verdad tuya y del mundo,
y el dolor, comunión con tu dolor universal,
origen de la compasión y la ternura.
Benjamín González Buelta sj

sábado, 10 de abril de 2010

Adora y confía


De Teilhard de Chardin
No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones,
por su porvenir más o menos sombrío.
Quiere lo que Dios quiere.
Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades
el sacrificio de tu alma sencilla que,
pese a todo,
acepta los designios de su providencia.
Poco importa que te consideres un frustrado
si Dios te considera plenamente realizado,
a su gusto.
Piérdete confiado ciegamente en ese Dios
que te quiere para sí.
Y que llegará hasta ti, aunque jamás lo veas.
Piensa que estás en sus manos,
tanto más fuertemente cogido,
cuanto más decaído y triste te encuentres.
Vive feliz. Te lo suplico. Vive en paz.
Que nada te altere.
Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales.
Haz que brote,
y conserva siempre sobre tu rostro,
una dulce sonrisa,
reflejo de la que el Señor
continuamente te dirige.
Y en el fondo de tu alma coloca,
antes que nada,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de la paz de Dios.
Recuerda:
cuanto te deprima e inquiete es falso.
Te lo aseguro en el nombre
de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.
Por eso,
cuando te sientas apesadumbrado, triste,
adora y confía.

Agradezco al amigo que me regaló esta belleza de Teilhard

sábado, 3 de abril de 2010

No está aquí ¡Resucitó! Lc, 24, 6



Jesús se encarnó asumiendo la condición humana. Supo de ternura, de calor materno y bondad paternal. Conoció la amistad de hombres y mujeres y se conmovió con el sufrimiento humano. Vivió el dolor, el miedo, el pánico ante la muerte, la traición. Sufrió en verdad la flagelación y la humillación. Fue crucificado y murió en la cruz y fue sepultado. El Evangelio nos dice, ‘No está aquí’. Y así es. El Señor no está ahí. Cristo no quiere la injusticia, el dolor, la muerte. Él está en la Vida. Y sin embargo, sí está ahí. Está para sostenernos en los momentos de dolor, en los que padecen injusticia, en situaciones de desesperanza. Este Cristo apasionado de amor por nosotros, está para darnos su consuelo, para susurrarnos al oído su amor.
La Resurrección de Cristo nos lleva a atravesar el dolor trascendiéndolo y viviéndolo con sentido. Se convierte así en camino de redención y posibilidad de vivirlo como un camino de liberación. Su Resurrección nos anima a vivir el dolor con sentido.
Porque
‘No está aquí ¡Resucitó!’

¡Feliz Pascua de Resurrección!
Estela

viernes, 2 de abril de 2010

Pasión


Tomado de Pastoral Jesuitas España

Una palabra cargada de fuerza. De sentido. De evocaciones. Decimos que hay vidas apasionantes, relaciones apasionadas, crímenes pasionales… Pero estos días, desde la fe… hablamos de la Pasión de Jesús. Pasión que es amor y que es padecimiento de quien ama y por ello se enfrenta a cualquier poder injusto. Contemplar la pasión, en cuadros y pasos, en escenas evangélicas cargadas de dramatismo, es asomarse a un misterio que nos desborda.
Se ha explicado de muchas formas.¿Por qué fue así? ¿Estaba escrito? ¿Dios quería sangre?
¡No! La sangre la querían los verdugos, los que no querían el evangelio anunciado por Jesús.
El sufrimiento del justo no nos es tan lejano.
Es la sangre de los inocentes abusados.
Es el dolor de quien se estremece por el mal de otros.
Es el cansancio de quien se esfuerza para intentar construir algo bueno.
Es el vaciamiento de quien va dando la vida, poco a poco, por amor.
Es la duda mordiente de quien da el salto de la fe, cuando callan las certezas.
Es la sensación de fracaso de algunas veces, cuando no acompañan los resultados…
En un mudo de éxito visible. De titulares y rankings. De fotos vistosas. En un mundo de triunfadores y vedetismo. En un mundo de méritos y medallas, de galardones y vitrinas, de diplomas y reconocimientos… ¿Qué sentido puede tener el fracaso, la derrota, el vaciamiento? ¿Qué sentido puede tener el no saber, no llegar, no conseguir cruzar la meta soñada? La lógica de Dios es sorprendente. Habla con una palabra que parece última pero que no es definitiva. Muestra que el amor que habla más alto es el que se da –hasta el extremo. Que la verdad que libera es la que se proclama en defensa de los bienaventurados, sin dejar que venza el miedo o la prudencia. Que la fe que canta es la que es capaz de soportar la incertidumbre. Misteriosa forma de dar vida.