lunes, 28 de marzo de 2011

Los tres canteros

"El viajero se acercó a aquel grupo de canteros y preguntó al primero: «¿Qué estás haciendo?» «Ya ves -respondió-, aquí, sudando como un idiota y esperando a que lleguen las ocho para largarme a casa.» «¿Qué es lo que haces tú?», preguntó al segundo. «Yo -dijo- estoy aquí ganádome mi pan y el de mis hijos.» «Y tú -preguntó al tercero--, ¿qué es lo que estás haciendo?» «Estoy -respondió el tercero- construyendo una catedral.»

He pensado muchas veces en esta vieja historia, porque realmente los hombres no hacemos lo que materialmente realizan nuestras manos, sino aquello hacia lo que camina nuestro corazón. (...)"

José Luis Martín Descalzo, en Razones para la esperanza

miércoles, 23 de marzo de 2011

DESAPARICIONES

Maná
Composición: (Rubén Blades)

"Que alguien me diga si han visto a mi esposo
preguntaba la Doña
Se llama Ernesto X, tiene cuarenta años
trabaja de celador, en un negocio de carros
llevaba camisa oscura y pantalón claro
Salió anoche y no ha regresado
y no sé ya qué pensar
Pues esto, antes no me había pasadoooo...
Llevo tres días
buscando a mi hermana
se llama Altagracia
igual que la abuela
salió del trabajo pa' la escuela
llevaba unos jeans y una camisa clara
no ha sido el novio, el tipo está en su casa
no saben de ella en la PSN ni en el hospitalooo...
Que alguien me diga si han visto a mi hijo
es estudiante de pre-medicina
se llama Agustín y es un buen muchacho
a veces es terco cuando opina
lo han detenido, no sé que fuerza
pantalón claro, camisa a rayas
pasó anteayer

A dónde van los desaparecidos
busca en el agua y en los matorrales
y por qué es que se desaparecen
por qué no todos somos iguales
y cuándo vuelve el desaparecido
cada vez que lo trae el pensamiento
cómo se le habla al desaparecido
con la emoción apretando por dentro oh...

Clara, Clara, Clara Quiñones se llama mi madre
ella es, ella es un alma de Dios
no se mete con nadie
Y se la han llevado de testigo
por un asunto que es nada más conmigo
y fui a entregarme hot por la tarde
y ahora dicen que no saben quién se la llevó
del cuartel
Anoche escuche varias explociones
patún pata patún pete
tiro de escopeta y de revolver
carros acelerados freno grito
seco de botas en la calle
toque de puertas por dioses platos rotos
estaban dando la telenovela
por eso nadie miró pa' fuera

A dónde van los desaparecidos
busca en el agua y en los matorrales
y por qué es que se desaparecen
por qué no todos somos iguales
y cuándo vuelve el desaparecido
cada vez que lo trae el pensamiento
cómo se le habla al desaparecido
con la emoción apretando por dentro"


lunes, 14 de marzo de 2011

LAS CAMPANAS DEL TEMPLO

"El templo había estado sobre una isla, dos millas mar adentro. Tenía un millar de campanas. Grandes y pequeñas campanas, labradas por los mejores artesanos del mundo. Cuando soplaba el viento o arreciaba la tormenta, todas las campanas del templo repicaban al unísono, produciendo una sinfonía que arrebataba a cuantos la escuchaban.
Pero, al cabo de los siglos, la isla se había hundido en el mar y, con ella, el templo y sus campanas. Una antigua tradición afirmaba que las campanas seguían repicando sin cesar y que cualquiera que escuchara atentamente podría oírlas. Movido por esta tradición, un joven recorrió miles de millas, decidido a escuchar aquellas campanas. Estuvo sentado durante días en la orilla, frente al lugar en el que en otro tiempo se había alzado el templo, y escuchó, y escuchó con toda atención. Pero lo único que oía era el ruido de las olas al romper contra la orilla. Hizo todos los esfuerzos posibles por alejar de sí el ruido de las olas, al objeto de poder oír las campanas. Pero todo fue en vano; el ruido del mar parecía inundar el universo.
Persistió en su empeño durante semanas. Cuando le invadió el desaliento, tuvo ocasión de escuchar a los sabios de la aldea, que hablaban con unción de la leyenda de las campanas del templo y de quienes las habían oído y certificaban lo fundado de la leyenda. Su corazón ardía en llamas al escuchar aquellas palabras... para retornar al desaliento cuando, tras nuevas semanas de esfuerzo, no obtuvo ningún resultado. Por fin decidió desistir de su intento. Tal vez él no estaba destinado a ser uno de aquellos seres afortunados a quienes les era dado oír las campanas. O tal vez no fuera cierta la leyenda. Regresaría a su casa y reconocería su fracaso. Era su último día en el lugar y decidió acudir una última vez a su observatorio, para decir adiós al mar, al cielo, al viento y a los cocoteros.
Se tendió en la arena, contemplando el cielo y escuchando el sonido del mar. Aquel día no opuso resistencia a dicho sonido, sino que, por el contrario, se entregó a él y descubrió que el bramido de las olas era un sonido realmente dulce y agradable. Pronto quedó tan absorto en aquel sonido que apenas era consciente de sí mismo. Tan profundo era el silencio que producía en su corazón...
¡Y en medio de aquel silencio lo oyó! El tañido de una campanilla, seguido por el de otra, y otra, y otra... Y en seguida todas y cada una de las mil campanas del templo repicaban en una gloriosa armonía, y su corazón se vio transportado de asombro y de alegría.

Si deseas escuchar las campanas del templo, escucha el sonido del mar.
Si deseas ver a Dios, mira atentamente la creación. No la rechaces: no reflexiones sobre ella. Simplemente contémplala."


Tomado de Anthony De Mello, El canto el pájaro

domingo, 6 de marzo de 2011

PARA VOS, MUJER

"Siempre tené presente que:
la piel se arruga,
el pelo se vuelve blanco,
los días se convierten en años...
Pero lo importante no cambia:
tu fuerza y tu convicción no tienen edad.

Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña.
Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida.
Detrás de cada logro, hay otro desafío.
Mientras estés viva, sentite viva.

Si extrañás lo que hacías, volvé a hacerlo:
no vivas de fotos amarillas...
Seguí aunque todos esperen que abandones:
no dejes que se oxide el hierro que hay en vos.
Hacé que en vez de lástima, te tengan respeto.

Cuando por los años no puedas correr, trotá.
Cuando no puedas trotar, caminá.
Cuando no puedas caminar, usá el bastón.
¡Pero nunca te detengas!"
Madre Teresa de Calcuta