martes, 28 de junio de 2011

Milagro de amor


Querrán prohibirme que yo crea
en el milagro de tu amor
podrán callar mi voz con guerras
pero jamás mi corazón.
Podrán cerrarme tantas puertas
quitarme la respiración
pondrán en mi camino piedras
pero me salvará tu amor.
Y será tu amor el puerto mas seguro
donde quiero anclar mi corazón
no me vencerán los vientos porque sé
que lo que salvará mi corazón
será tu amor.
Querrán dejarme sin certezas
poniendo en duda lo que soy
pero no habrá jamás quien pueda
hacer que dude de este amor.
Podrán cambiarme las quimeras
por realidades sin color
más no podrán borrar la huella
que fue dejando en mi tu amor.
Y será tu amor el puerto mas seguro
donde quiero anclar mi corazón
no me vencerán los vientos porque sé
que lo que salvará mi corazón
será tu amor.


Jorge Rojas



martes, 21 de junio de 2011

Atención a nuestro Niñ@ interior



El Niño Interior se manifiesta a través de nuestros comportamientos y experiencias cada vez que sentimos que en nosotros hay un espíritu atrapado que no logra ser lo que en esencia queremos ser.


Ese Niño Interior despierta, se agita y se activa en situaciones como:
– cuando nos mostramos inseguros o titubeantes frente a decisiones importantes,
– cuando no queremos expresar los sentimientos más profundos de incapacidad, impotencia, rabia, soledad o desesperación,

– cuando negamos la persona que somos “allá en el fondo”,

– cuando queremos complacer a los demás siempre,

– cuando queremos aparecer como buenos y bondadosos,

– cuando reprimimos las emociones, cuando no aceptamos ser quienes en realidad sabemos que somos,

– cuando rehuímos respuestas espontáneas, de “niño” y en su lugar tratamos de acomodar respuestas de “adulto”,

– cuando nos comportamos de tal manera que queremos esconder que tenemos miedo, alegría, tristeza o enfado,

– cuando nos sentimos obligados a parecer siempre en control, con actitud adusta y seria frente a la vida,

– cuando nos negamos a disfrutar, a retozar y a hacer el ridículo para tratar de aliviar alguna tensión,

– cuando queremos que nos amen por lo que hacemos o por quien aparentamos ser,

– cuando nos olvidamos de disfrutar las pequeñas cosas de la vida y sentimos una melancolía y sentimientos de vacío por ello,

– cuando, casi sin darnos cuenta, nos vemos en el el suelo repitiendo con nuestros hijos los juegos que disfrutábamos en nuestra infancia,

– cuando sentimos que los ojos se nos inundan en lágrimas al ver una escena impactante durante una película,

– cuando insistimos en comprarnos un juguete de adulto, llámese el último motivo de teléfono celular o agenda electrónica o el más reciente reproductor de MP3, cuando tendemos a sobreproteger a nuestros hijos más allá de lo habitual,

– cuando nos ponemos sentimentales al pasar las hojas de los viejos álbumes de fotografía que teníamos guardados en el desván,

– cuando gozamos de subirnos en una montaña rusa, de cantar una canción infantil en un paseo con nuestros amigos, pero de igual forma cuando somos egoístas de compartir información o recursos con los colegas de nuestro trabajo,

– cuando respondemos con un grito ante una solicitud inesperada de un subalterno,

– cuando no queremos escuchar lo que no nos gusta y volteamos la espalda,

– cuando respondemos violentamente o con agresividad a una retroalimentación que nos incomoda,

– cuando no damos la razón en un argumento que sabemos hemos perdido pero por puro orgullo del Niño Interior no damos nuestro brazo a torcer,

– cuando nos negamos a ofrecer disculpas o a perdonar a quien nos arremete o hace daño.
En todos estos casos el Niño Interior se agita dentro de nosotros y reclama atención, busca una forma de liberarse y aflorar para restablecer el equilibrio emocional que nuestro ser, conformado por el conjunto del adulto y del Niño Interior, requiere.


Por Eduardo López

martes, 14 de junio de 2011

Nuestro niño interior

Según Carl Jung y su enfoque de los arquetipos, podemos concebir una visión integra del ser humano como una parte de luz y una parte de sombra.
Desde la luz crece, evoluciona y cambia en la medida que encuentra un propósito, un sentido, un significado en su existencia. En cambio desde la sombra, se ve limitado, temeroso e incapaz de crecer y evolucionar. Es el juego entre luz y sombra, la tensión entra estos dos lugares lo que permite al ser humano conocerse, reconocerse y crecer hacia donde quiere expandirse y evolucionar.
El Niño Interior es el motivo que reside dentro de nosotros que comprende una pequeña criatura, niño o niña, que en algún momento quiso o necesitó ser atendido, cuidado y amado. Ese recuerdo persiste dentro de nosotros en la edad adulta en la forma de Niño Interior. Ese niño o vocecita interior convive dentro de nosotros para juzgarnos, llamarnos la atención, reclamarnos nuestra atención, hacernos decir o hacer cosas u obligarnos a abstenernos de comportarnos de esta u otra manera. Podemos verlo manifestado de tres distintas maneras:
– A veces toma la forma de una voz que sentimos ha sido silenciada y controlada, por nosotros mismos, en gran parte, pero también por el entorno que incluye a nuestros padres, mayores, maestros, jefes y todas las figuras de autoridad a la cual hemos hecho caso.
– En otras ocasiones cobra vida en ese espíritu creativo y artístico que a veces pide liberarse y necesita ser puesto en libertad para dar rienda suelta a nuestra creatividad.
– Y por último también es el sentimiento, guardado con dolor y rencor, de haber sido desdeñado, herido, abusado o maltratado aún en la edad adulta y no nos deja enfrentarnos con madurez ya que persiste en actuar y ser tratado como un niño eterno por la eternidad.
Por tanto el Niño Interior adquiere múltiples formas y contornos; no se trata de uno solo, es sencillamente un niño que vivió dentro de nosotros hasta cierta edad y después se negó a seguir creciendo para poder resguardarse de amenazas, miedos o circunstancias que no estaba listo para afrontar en su momento. Y ahora ese “niño” persiste en nuestro interior en forma de miedo, ansiedad, preocupación, evasión de la realidad, sentimientos de aislamiento, depresión o dificultades para afrontar retos, realidades o verdades de la vida adulta.
Ese niño, con ilusiones, miedos, alegrías o fantasías quiso escuchar de parte de sus mayores, voces de perdón, de arrepentimiento, de comprensión, de compasión, de apoyo, de afecto y amor como:
– “siempre te querré, no importa si eres buen o mal estudiante”,
– “te amo tal como eres”,
– “perdóname por haberte gritado”,
– “lamento haberte herido”,
– “lamento haberte ignorado”,
– “te perdono por haber hecho ese daño”,
– “te comprendo”,
– “te entiendo,
– “te amo”,
– “te apoyo”,
– “estaré contigo”,
– “cuenta conmigo”,
– “aquí estoy”,
– etc.
Y nunca se las dijeron y, por lo tanto, nunca las escuchó y eso provocó que se quedase ese sentimiento dentro del otro niño que creció hasta convertirse en adulto.
El Niño Interior está en nuestro interior de manera sutil en la forma de recuerdos de un pasado que nos dejó marcados profundamente y que hoy moldean o filtran la forma en que vemos el presente.
Ese niño se fue formando en la medida que las normas y reglas de nuestro hogar, escuela y entorno nos fueron diciendo cómo debíamos comportarnos y, por lo tanto, también todo cuanto no debíamos o podíamos hacer. Para que se entienda de alguna manera, ese niño o niña quedó atrapada dentro del niño o niña que estaba en crecimiento y mientras que la segunda siguió creciendo y se convirtió en adulto, la primera se quedó sin evolucionar, ahí dentro.
Este hecho influye en lo que somos, es decir, en la base de nuestro propio sistema de creencias, de valores, de nuestra propia identidad.
Ese niño que creció y se convirtió en adulto aprendió a comportarse según las expectativas y enseñanzas de su entorno, ese Ser Existencial aprendió a respetar las órdenes, los mandatos y los preceptos de los adultos, pero el verdadero niño, el que se quedó adentro, mantuvo su esencia, su naturalidad, su espontaneidad, al igual que los miedos y temores propios de esos momentos.
Ese niño que buscó refugio dentro del niño que crecía, que estaba atemorizado de no ser lo suficiente bueno para merecer la aprobación y amor de los padres, buscó refugio en el ser que estaba en crecimiento y se aposentó allí para siempre.
A veces ese niño surge desde dentro del adulto en la forma de comportamientos que en el fondo reclaman atención, amor, cuidado, libertad, flexibilidad, creatividad, etc.
Ese niño fue reprimido y en su lugar apareció el adulto que hoy es; sin embargo, el niño que se niega a desaparecer por completo y surge en los momentos en que el adulto se siente confundido, afectado, nervioso, o bien, cuando necesita sentirse libre, juguetón, travieso o creativo.
De igual forma, el niño interior es el puente que existe, en nuestro ser entre el adulto incrédulo y materialista y entre el mundo trascendente y espiritual.

(Continuará)

Por Eduardo López

lunes, 6 de junio de 2011

Sopla Señor

"Sopla Señor te lo pido, quédate esta noche en mi alma
Pues solo tu amor y abrigo, me dará consuelo y calma.
Sopla Señor sopla fuerte, envolveme con tu brisa
Y en tu Espíritu renovame, hazme libre en tu sonrisa.
A pesar de mis caídas, hazme fiel a tus promesas.
Sopla Señor en mi vida, y arrancame esta tristeza.
Sopla, sopla Señor tu grandeza, sopla
Hazme fiel en mi pobreza, sopla.



Sopla Señor en mi oído, sopla fuerte arranca el miedo
Pues sin Ti me hallo perdido, sin tu luz me encuentro ciego.
Sopla Señor y hazte viento, y bautízame en tu nombre
Llámame a servir Maestro, hazme fiel entre los hombres.
Toma mi vida en tus manos, mis sueños mi amor, mi todo
Mi cansancio, mi pecado y moldéame a tu modo.
Sopla, y bautízame en tu brisa, sopla
renovame en tu sonrisa, sopla.

Sopla Señor tu caricia, y sobre mis sentimientos
Que sea el Ángel de tu Misa, quien obre en todo momento.
Sopla Señor y hazte canto, pon tu palabra en mis manos
En ellas tu providencia y bendice a mis hermanos.
Quiero ser de tu árbol rama, fruto nuevo de tu cielo
Que madura en tu palabra, como un ave en pleno vuelo.

Sopla, sopla, sopla Señor, sopla
Sopla, sopla, sopla Señor, sopla
Sopla, sopla, sopla Señor, sopla
Sopla, sopla, sopla Señor, sopla"

Metanoia