
Decía mi abuela que cuando una mujer se sintiera triste lo mejor que podía
hacer era trenzarse el cabello; de esta manera el dolor quedaría atrapado entre
los cabellos y no podría llegar hasta el resto del cuerpo; había que tener
cuidado de que la tristeza no se metiera en los ojos pues los haría llover,
tampoco era bueno dejarla entrar en nuestros labios pues los obligaría a decir
cosas que no eran ciertas, que no se meta entre tus manos- me decía-
porque puedes tostar de más el café o dejar cruda la masa; y es que a la
tristeza le gusta el sabor amargo. Cuando te sientas triste niña,
trénzate el cabello; atrapa el dolor en la madeja y déjalo escapar
cuando el viento del norte pegue con fuerza.
Nuestro cabello es una red capaz de atraparlo todo, es fuerte como las
raíces del ahuehuete y suave como la espuma del atole.
Que no te agarre desprevenida la melancolía mi niña, aun si tienes el
corazón roto o los huesos fríos por alguna ausencia. No la dejes meterse en ti
con tu cabello suelto, porque fluirá en cascada por los canales que la
luna ha trazado entre tu cuerpo. Trenza tu tristeza, decía, siempre
trenza tu tristeza…
Y mañana que despiertes con el canto del gorrión la encontrarás pálida y
desvanecida entre el telar de tu cabello.
Texto: Paola Klug
Tecolutla, Veracruz
– México
Hermoso poema pero tambien me interesaria saber el nombre de la artista que pintó la imagen que lo acompaña ...puede ser? Gracias
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