lunes, 26 de julio de 2010

El amor que nos cura

“La resiliencia es una tercera vía que evita tanto la identificación con el agresor como con la identificación con el agredido. En un proceso resiliente, lo que se precisa es descubrir cómo se puede volver a la vida sin repetir la agresión ni llevar una vida de víctima. En el momento de la desgracia, todos absolutamente dicen: 'me gustaría volver a ser como todo el mundo’. Y en el momento en el que algunos empiezan a levantar cabeza, todos absolutamente todos dicen: ‘He tenido mucha suerte, saben’. Estamos aquí en el polo opuesto de la ideología del superhombre, que implícitamente contiene a la del subhombre.
La resilicencia intenta responder a dos preguntas:
* ¿Cómo es posible conservar la esperanza cuando uno está desesperado? Los estudios sobre el vínculo proporcionan una respuesta
* ¿Cómo me las arreglé para salir adelante? Las investigaciones sobre los relatos íntimos, familiares y sociales explican de qué modo puede modificarse la representación de las cosas.
Un herido no puede volver a la vida de forma inmediata. En el largo camino de la resiliencia, los primeros pasos se dan después del descalabro, tan pronto como un ascua de vida vuelve a arrojar un poco de luz en el mundo que el golpe ha ensombrecido. Entonces, cesa la muerte psíquica y comienza la tarea de volver a la vida.
Se da la circunstancia de que la época del enamoramiento, de la formación de la pareja, constituye precisamente un período sensible en el que uno reorganiza su pasado, en el que los futuros compañeros se implican en ese encuentro con todo lo anteriormente adquirido para realizar la vida con la que sueñan: ‘¿Quién soy yo para hacerme amar?’. Esta pregunta funda la pareja y establece el pacto implícito que habrá de gobernarla y darle su estilo.
A partir de ese momento, todos los días, en cada desayuno, en cada ‘buenas noches’, actúan los milagros y la riqueza de lo trivial, capaces de tejer un nuevo vínculo y de alumbrar una existencia diferente.


‘Y sin embargo es preciso que haya canto.
No puedo ser únicamente grito.
Escuchen cómo lloran en su interior
las historias del pasado.
El terrible grano que siembran
hace que maduren con cada poema
las rebeldías renovadas” (L Aragon)

El privilegio del poeta es que puede decir en unos cuantos versos lo que a mí me ha ocupado muchas páginas.”

De Boris Cyrulnik, El amor que nos cura

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