martes, 16 de noviembre de 2010

Creencias limitantes

Tomado de Usted puede sanar su vida de Louise Hay

"La mayoría de nosotros tenemos ideas absurdas de quiénes somos, y muchas, muchas reglas rígidas sobre cómo se ha de vivir la vida.
No digo esto para condenarnos, ya que todos nosotros estamos haciendo lo mejor que podemos hacer en este momento.
Si supiéramos más, si tuviéramos más entendimiento y fuéramos más conscientes, haríamos las cosas de otra manera. Les ruego que no se menosprecien por estar donde están.
Cuando somos muy pequeños aprendemos a sentirnos con nosotros mismos y con la vida según las reacciones de los adultos que nos rodean.
Es así como aprendemos lo que ahora pensamos de nosotros y de nuestro mundo. Es decir, que si ha vivido usted con personas muy desdichadas y asustadas, culpables o coléricas, habrá aprendido muchas cosas negativas sobre usted y sobre su mundo.
—Nunca hago nada bien... es por mi culpa... si me enfado soy una mala persona...
Esta clase de creencias generan una vida de frustración.
Cuando crecemos, tenemos tendencia a recrear el ambiente emocional de nuestro hogar de la infancia.
Es algo que no está ni bien ni mal; simplemente, se trata de lo que por dentro sabemos que es un "hogar". También tendemos a recrear la relación que tuvimos con nuestra madre o con nuestro padre, o la que ellos tenían entre sí. Piense con cuánta frecuencia ha tenido una amante o un jefe que era "el retrato" de su madre o de su padre.
Nos tratamos a nosotros mismos tal como nos trataban nuestros padres. Nos regañamos y nos castigamos de la misma manera.
Si escucha, casi podrá oír las palabras. Además nos amamos y nos animamos de la misma forma, si cuando éramos pequeños nos amaban y nos animaban.
—Tú nunca haces nada bien, es por culpa tuya...
¿Cuántas veces se lo ha dicho usted a sí misma?
—Eres maravillosa, te amo...
¿Cuántas veces se dice usted estas palabras?
Sin embargo, yo no echaría la culpa a nuestros padres. Somos todos víctimas de víctimas, y ellos no podían de ninguna manera enseñarnos algo que no sabían. Si su madre no sabía amarse a sí misma, ni su padre tampoco, era imposible que le enseñaran a usted a amarse a sí mismo; estaban haciendo todo lo que podían con lo que les habían enseñado de pequeños. Si quiere usted entender mejor a sus padres, hágales hablar de su propia niñez; y si los escucha con compasión, aprenderá de dónde provienen sus miedos y sus rigideces. Las personas que le hicieron a usted "todo aquello" estaban tan asustadas y temerosas como usted.
De muy pequeños aprendemos nuestros sistemas de creencias, y después vamos por la vida creándonos experiencias que armonicen con nuestras creencias. Evoque su propia vida y fíjese con cuánta frecuencia ha pasado por la misma experiencia. Pues bien, yo creo que usted se la creó una y otra vez porque reflejaba alguna creencia que tenía sobre sí mismo. En realidad, no importa durante cuánto tiempo hemos tenido un problema, ni lo grande que sea, ni hasta qué punto pone en peligro nuestra vida.
El momento del poder es siempre el presente.
Todos los acontecimientos que hasta el momento le han sucedido en su vida han sido creados por los pensamientos y las creencias que tenía en el pasado.
Tal vez tenga conciencia de lo que está pensando en este momento. ¿Es un pensamiento positivo o negativo? ¿Quiere que ese pensamiento esté determinando su futuro? Pregúnteselo, dése cuenta.
Lo único con que tenemos que vérnoslas es siempre una idea y una idea se puede cambiar.
Una vez descubierto el origen de muchas de nuestras creencias, no debemos tomar esta información como excusa para inmovilizarnos en nuestro dolor. Tampoco importa durante cuánto tiempo hayamos seguido una pauta negativa. El momento de poder es el presente. ¡Qué maravilla es comprenderlo así! ¡Podemos empezar a ser libres en este mismo momento!"

1 comentario:

  1. Qué bueno que lo leí acá porque quizás no habría llegado a este texto -puros prejuicios-. Lo cierto es que no es la primera vez que leo algo al respecto, es decir, de contenido similar.
    Algo de eneagrama, Ejercicios, acompañamiento y terapia para poder aseverar a mis 27 años que un cuarto de espejos... puede causarnos mucho dolor y versiones distorsionadas de uno mismo.
    Ser cíclope, con una mirada única y sin profundidad me ha llevado a los baldíos más estériles de mis barrios... pero, por suerte, existe la mirada amorosa de quien nos quiere bien que nos devuelve al camino de la propia redención.
    Gracias por el texto.

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