miércoles, 12 de mayo de 2010

Actitud ante el dolor 2da parte


Por Lic Luis Fernando Carvaja Dávila

El ser humano es el que tiene la responsabilidad de iniciar su proceso de autodescubrimiento, de reconocer su riqueza y su oportunidad de crecer a pesar de la desventura, aunque la dimensión Espiritual se encuentre bloqueada no significa que se apague, sino que aguarda esperando encendida a que el hombre vaya a la conquista de su propio Ser.

Reconocer cuando he fallado, cuando me he equivocado, cuando lastimé a los que me quieren y cuando me lastimé a mi mismo, implica tener la humildad de reconocer mis errores. Al mismo tiempo me hace ser conciente de que soy un ser falible e imperfecto, soy un ser que no tiene respuesta a todo lo que la vida me ofrece, el poder equivocarme en los momentos en que he tenido que decidir, que soy un ser con miedos y temores.
El ser humano es un ser en constante crecimiento, somos seres no terminados, todos los días hay algo por aprender y todos los días me espera algo por descubrir.
Ser responsable significa tener la capacidad de responder, hacerme cargo concientemente y voluntariamente de algo. "YO SOY RESPONSABLE DE LO QUE PIENSO Y SIENTO DE LO QUE AMO Y DE COMO SUFRO" (VIKTOR FRANKL).

¿Y ante quién soy responsable? Ante mí mismo, la mayor tarea cómo ser humano es hacerme responsable de mi vida y de ir respondiendo a las tareas que la vida me va ofreciendo. Nadie puede hacer esto por mí, solo yo puedo hacerlo, es intransferible. Es la Unicidad de la Persona.

El primer paso de alcohólicos anónimos señala: “Admitimos (me doy cuenta concientemente) que éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables”, quien reconoce este punto ha iniciado el primer paso trascendental de su condición “admite humildemente que debe hacerse responsable de sí mismo”.

Cuando soy capaz de responder por mí mismo, debo responder frente a lo que hago con los demás, el paso numero 8 señala: “Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos”, ir al encuentro con el otro implica despojarse de las ataduras y comprender que a pesar de lo que ha pasado aún hay mucho por hacer, que no todo se ha perdido.

Ser responsable ante Dios, de que soy un ser abierto a trascender, a la aspiración de un sentido mucho más alto. Cuando el hombre comprende que no es culpable de lo que le ha pasado en la vida, pero sí es responsable de como se ubica ante el dolor y sufrimiento, deja de ser una víctima de las circunstancias, modifica sus actitudes, y se hace cargo voluntariamente de las riendas de su vida.
El dolor, no es del todo malo, aunque a nadie nos gusta sentir dolor, todos en algún momento lo hemos sentido. Vivir el dolor y el sufrimiento es “vivirlo” en toda la dimensión de la palabra, asumirlo, dejar que me duela, reconocer que me duele es la expresión más indigente del dolor, nos confronta con lo más débil del ser humano. Me doy cuenta (soy conciente) de que me duele y por eso sufro.
Meterse al dolor, es uno de los pasos de la curación, sin embargo, siempre lo negamos, preferimos evitarlo y hasta pretender vivir únicamente para no sentir dolor, lo cual hace que el dolor nos duela más.

Reconstruir mi vida implica un proceso lento, nada se da de un día a otro, al igual que no se puede nacer sabiendo caminar, sin embargo, cuando se es niño se tiene la potencialidad para poder hacerlo. Sanar la heridas lleva tiempo, y los tiempos de los seres humanos, no son los tiempos de Dios y de la Vida, es decir no se miden por horas, ni por años sino por momentos. Descubrir mi sentido del momento, implica reconocer que en cada situación que la vida me plantea, existe una posibilidad de significado un sentido del momento, ¿Qué me quiere decir la vida ante cada situación que se me presenta? ¿Cómo elijo responder ante aquello que la vida me ofrece?. Y desde mi Unicidad respondo ante lo que para mí es lo correcto, al margen de lo que los demás piensen o sientan. Yo soy quien responde, y elijo lo que creo que es conveniente, aunque me equivoque, asumiré la consecuencia de mis actos.

Hoy puedo elegir quedarme con mi dolor, o puedo elegir aprender de él y trascenderlo. Hoy puedo creer que la vida no tiene sentido o puedo detenerme a ver que hoy alguien me sonrió, me saludó, pidió mi ayuda, puedo darme cuenta que la vida me brindó un amanecer, la oportunidad de saborear un café, contemplar la belleza de una flor, puedo darme cuenta de sentir lo que es el amor, sentir una caricia, puedo darme a los demás a través de mi trabajo y de mi testimonio de vida, y en los momentos en que me asalte la duda puedo escuchar y atender a la voz de mi conciencia, a esa parte humana y sabia que me dice qué es lo que es mejor aquí y ahora.

Hoy al irte a la cama haz un recuento de las enseñanzas que la vida te dejó, no importa si fueron malas o buenas, pregúntate qué te enseñó la vida. Si piensas que es mejor no vivir, respóndete tú mismo ¿Por qué sigues vivo?, ¿Qué te hace latir? Cambiar no es fácil, debemos despertar a nuestra conciencia pero una buena forma de empezar es comenzar sólo por este día, y sólo por hoy a pesar de todo respóndete si valió la pena vivir, sólo por hoy y con todo lo que te ocurra… di ¡Si a la vida!

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